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Lesiones vasculares

¿Qué son las lesiones vasculares?

Las lesiones vasculares son anomalías en la formación o el desarrollo de los vasos sanguíneos que pueden estar presentes desde el nacimiento o manifestarse en etapas posteriores de la vida. Estas lesiones comprenden un grupo amplio y diverso de alteraciones que, en general, se clasifican en dos grandes categorías: tumores vasculares y malformaciones vasculares.

Los tumores vasculares, como los hemangiomas infantiles, presentan un crecimiento activo y progresivo durante los primeros meses de vida, seguido de una fase de involución espontánea. En cambio, las malformaciones vasculares están presentes desde el nacimiento, aunque en ocasiones no son evidentes hasta más adelante. Estas lesiones no proliferan, pero pueden agrandarse o complicarse con el tiempo, por lo que requieren seguimiento especializado.

Debido a su complejidad clínica y variabilidad evolutiva, el abordaje de las lesiones vasculares debe realizarse desde un enfoque multidisciplinar, adaptando el tratamiento a cada caso en función del tipo de lesión, su localización y su evolución.

Tipos de lesiones vasculares

Las lesiones vasculares se agrupan en dos grandes tipos según su comportamiento clínico:

Tumores vasculares

Hemangioma infantil: es el tumor vascular más frecuente en la infancia. Suele aparecer durante las primeras semanas de vida y presenta un crecimiento rápido en el primer año, seguido de una involución gradual. Aunque tiende a desaparecer con el tiempo, en algunos casos puede dejar secuelas como cambios en la textura o coloración de la piel.

Hemangioendotelioma kaposiforme: tumor vascular poco frecuente, pero potencialmente grave si se presenta de forma extensa, ya que puede alterar la coagulación y requerir tratamiento urgente.

Malformaciones vasculares
Estas lesiones están presentes desde el nacimiento y su crecimiento suele ser lento y progresivo. Se clasifican según el tipo de vaso sanguíneo afectado:

Malformaciones capilares (angiomas planos o manchas en vino de Oporto): se manifiestan como manchas rosadas o rojizas, generalmente planas al nacer. Con el tiempo pueden oscurecerse y engrosarse. Son frecuentes en la cara.

Malformaciones venosas: suelen presentarse como lesiones azuladas o violáceas, blandas al tacto y de crecimiento progresivo. En ocasiones pueden causar dolor y formarse pequeños coágulos en su interior.

Malformaciones linfáticas: se originan por una alteración en los vasos linfáticos. Pueden aparecer como masas blandas en la piel, especialmente en cabeza y cuello, y clasificarse en macroquísticas o microquísticas según el tamaño de los quistes internos.

Malformaciones arteriovenosas (MAV): son las más complejas y de evolución más agresiva. Están formadas por una red anómala de arterias y venas comunicadas directamente entre sí, lo que puede producir pulsaciones, enrojecimiento, dolor o ulceraciones con el tiempo. Suelen localizarse en la región de la cabeza o el cuello.

En todos los casos, el diagnóstico precoz y el tratamiento personalizado son fundamentales para prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida del paciente.

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