
Peeling químico en casa: lo que debes saber antes de intentarlo
Peeling químico en casa: lo que debes saber antes de intentarlo
Los peelings químicos son tratamientos muy eficaces para mejorar el aspecto de la piel:
ayudan a difuminar manchas, unificar el tono, alisar la textura, atenuar marcas de acné y
suavizar arrugas finas. Aunque se pueden aplicar en distintas zonas del cuerpo, su uso más
común es en el rostro.
Generalmente, este tipo de tratamiento se realiza en clínicas dermatológicas, bajo
supervisión médica, y no suele durar más de 20 minutos. Sin embargo, cada vez es más
frecuente encontrar versiones caseras —kits de peeling que se venden online o recetas
DIY— que prometen resultados similares sin salir de casa. ¿El problema? Que no siempre
se tiene en cuenta que estamos hablando de un procedimiento médico con sustancias
activas que requieren conocimiento y precisión.
¿Qué es un peeling químico?
El peeling químico consiste en aplicar una solución con ácidos (frecuentemente derivados
de frutas) para exfoliar las capas superficiales de la piel. Este proceso ayuda a renovar la
epidermis, mejorando su aspecto de forma visible: la piel se ve más luminosa, suave y
uniforme.
¿Para qué sirve un peeling químico?
Este tratamiento está indicado para:
- Mejorar el tono apagado de la piel.
- Reducir manchas y marcas
Tratar el acné y sus secuelas. - Atenuar arrugas finas.
- Regular el exceso de grasa.
- Afinar poros y textura.
Además del efecto inmediato de limpieza y luminosidad, también estimula la producción de
colágeno y elastina, lo que mejora progresivamente la firmeza y elasticidad de la piel.
Así se realiza un peeling médico
En consulta, el procedimiento comienza con la limpieza profunda del rostro y la aplicación
de una solución desengrasante. Se protegen las zonas más sensibles (como aletas nasales
o comisuras) y, a continuación, se aplica la mezcla de ácidos, adaptada a las necesidades
de cada piel, durante unos minutos. Luego se neutraliza el producto y se finaliza con una
crema calmante y fotoprotección alta (SPF 50+).
Durante el tratamiento es normal notar un ligero escozor, y en los días posteriores puede
aparecer algo de enrojecimiento o descamación. En todo caso, se recomienda usar
protección solar rigurosa y evitar exfoliaciones o fricciones intensas durante las primeras 24-48 horas.
¿Qué riesgos tiene un peeling químico casero?
Uno de los principales peligros de realizarse un peeling químico en casa es no conocer bien las necesidades reales de nuestra piel. Elegir un producto inadecuado o utilizarlo de forma incorrecta (ya sea por exceso de concentración o por prolongar el tiempo de exposición) puede provocar desde una simple irritación hasta quemaduras químicas.
Estos daños pueden dar lugar a nuevas manchas, cicatrices e incluso infecciones cutáneas. Además, las pieles con patologías como rosácea, dermatitis o acné inflamatorio activo son especialmente vulnerables y no deberían someterse a peelings sin valoración de dermatólogos.
Otro aspecto que a menudo se pasa por alto es el riesgo de reactivación de herpes labial u otras alteraciones cutáneas, sobre todo si la barrera de la piel ya está debilitada.
En definitiva, un peeling casero mal hecho no solo puede no solucionar el problema inicial, sino empeorarlo o generar complicaciones adicionales.
Si vas a hacerte un peeling en casa…
Si decides probar un peeling químico por tu cuenta, lo más recomendable es optar por
productos formulados con concentraciones bajas de activos como alfa-hidroxiácidos (AHAs) o ácido salicílico. Estos preparados comerciales suelen ser más seguros y están pensados para un uso más controlado.
Eso sí: mejor aplicarlos sobre una piel sana y, si tienes dudas sobre su idoneidad, lo más
sensato es consultar con un dermatólogo antes de empezar.
Otra alternativa segura y eficaz son los exfoliantes mecánicos (tipo scrub), que también
ayudan a renovar la piel y pueden usarse con más frecuencia, especialmente en pieles
grasas.
Conclusión
Los peelings químicos son tratamientos potentes que, bien realizados, ofrecen grandes
beneficios. Pero no debemos subestimar sus riesgos si los aplicamos sin conocimientos ni
supervisión. La piel merece cuidados responsables y personalizados: a veces, menos es
más… y confiar en manos expertas marca la diferencia.